Corazones Felices y Arrugados

Yo me he vuelto super llorona; lloro porque las personas hacen algo malo, lloro porque hacen algo bueno, lloro porque veo arrepentimiento genuino en personas que cometieron un grave error.

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Desde que llegué a Hong Kong, he tratado de vincularme a alguna fundación, pero los procesos son más complicados y largos que renovar la licencia de conducción en Colombia, así que por un tiempo me di por vencida.
Con los meses me volvió a picar el bichito y finalmente decidí apostarsela toda a los presos hispanohablantes en Hong Kong. Intenté con el consulado colombiano pero por medio de ellos no se podía hacer mucho. Me dieron el contacto de una señora española quien ha estado vinculada a este tema por varios años. Hubo varias trabas debido a que ella lo hacía por medio de una asociación de mujeres super divinamente al que yo no tenia muchas ganas de pertenecer.
Finalmente esta señora española decidió entrevistarme y darme la información que tenía para que yo agendara mis visitas por mi propia cuenta.

Una vez ambas accedimos a trabar juntas, por cuestiones laborales no pude ir a las reuniones que tenían ya planeadas ni a ninguna visita de cárcel.
Decidí entonces seguir sus tips e ir por mi cuenta a la cárcel de mujeres que esta ubicada en Lo Wu (eso ya es casi, casi China)

Después de tomar el metro por casi 1 hora, luego transferencia a minibus, perderme (nada raro en mi) y tener que caminar como 20 minutos con una maleta llena de libros, biblias y revistas, llegué a la cárcel.
Yo estaba un poco asustada porque había leído historias espeluznantes de cárceles Chinas y había escuchado de primera mano historias de cárceles en Colombia. Para mi sorpresa, esto parecía mas un edificio de oficinas en una zona campestre.

Una vez finalizado el debido protocolo de inscripción y revisión (con recateadita incluida) pasé a la sala de visitas que es tal cual como en las películas: separados por un vidrio y solo comunicación a través del teléfono.

Me estaba esperando esta mujer de unos 60 años, con su pelo corto, su cara redondita y esa sonrisa! suficiente para crear  un nudo en mi garganta y no poder evitar pensar en mi madre o mejor dicho, en ella como madre y lo que sus hijos deben estar pasando.
Pero como la idea de mis visitas es traerles felicidad a ellas, no era justo que me pusiera a llorar; así que me puse la mascara y empecé a decir tonterias y a tener esta charla amena.
Los siguientes 30 minutos se fueron volando! yo la estaba pasando de maravilla con las historias y aventuras de esta paisa,  Me encantó ver su felicidad en la simpleza de saber que le había llevado revistas de chismes y libros en español. La tristeza (mia) apareció cuando sonó el timbre que indicaba que la visita había terminado y llegaron los guardas a llevársela de nuevo a su realidad. Realidad que comparte en una celda con 15 mujeres más, realidad en la que solo tiene derecho a 3 visitas mensuales y a 1 llamada de 10 minutos cada 2 meses a Colombia.
Ella seguía con su gran sonrisa, una sonrisa tan real! esa que yo le sostuve hasta que desapareció de mi vista y yo tuve que repetir todo el proceso de registro e inspección una vez más para seguir con mi siguiente visita.

Comentarios

  1. Que lindo Diana, ya sabes yo too quisiera poder ir contigo algún dia :P

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  2. Di, en un momento de ocio me metí a actualizarme del blog! Me encanta este! Te felicito :D

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    Respuestas
    1. Gracias por volver por estos lados! y el tuyo??? no he vuelto a ver likns en Facebook. Me avisas cuando publiques.

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