Pidiendo el Cuadris: Tipo generación X

A mí me gustaba ver la forma en que los adolescentes se conquistaban en la época que yo aún era niña.
Mis amigos del barrio y yo siempre llamamos a estos adolescentes: “los grandes” (aunque solo tenían entre 4 y 8 años más que nosotros), ahora simplemente los llamamos “los viejos”

--------------------------------------------

Desde la óptica de niña, todo lo que los grandes hacían era simplemente genial. Yo crecí viéndolos (gracias a mis hermanas) emborracharse hasta mas no poder afuera de mi casa, me toco también verlos haciéndose tatuajes permanentes con agujas entre ellos mismos!, los vi pelear en las típicas verbenas, los vi hacerse bromas pesadas. Pero lo que más llamaba mi atención, era ver la forma en que declaraban su amor. Para la época en que yo fui adolescente, esa modalidad ya había expirado y era vista como patética.

Además de utilizar alguna amiga como mandadera para recolectar información y posteriormente pedir “el cuadris”, los regalos más utilizados en la época eran:

Las credenciales: Me encantaba ver cómo la billetera verde militar o azul de velcro estaba re-popocha no precisamente de billetes sino del acordeón con la lista telefónica y las credenciales que habían recibido a lo largo de su vida. No faltaba la típica credencial con el atardecer y las siluetas de las parejas.

Las almohadas: A mi jamás me han regalado una almohada! Por qué se habrá perdido esta costumbre? Yo recuerdo la cama de mis hermanas invadida de almohadas y cojines con muñecos y letreros que decían “cuenta conmigo; en las buenas, en las malas, bajo la lluvia, en la noche, cuando no puedas dormir y bla bla bla”

Los Peluches: De nuevo, las habitaciones de mis hermanas tenían una plaga de perros tristes. Para la época, el más macho matador regalaba Giordanos. Es que, qué mujer se resistiría a esos ojitos? Y más cuando venía agarrando un letrero cursi o con un corazón entre las manos (¿patas?)

Las Tarjetas: Inicialmente, Ziggy invadió el corazón de todas las adolescentes colombianas. Me acuerdo mucho de los nocheros de mis hermanas llenos de ese muñeco calvo y gordo (que alguien me explique cómo eso podía ser romántico?). Con los años la moda cambió y a Tuluá llego la invasión de Timoteo (está bien, confieso que me alcanzó a tocar Timoteo, pero poquito tiempo) y mis hermanas empezaron a pegar estas tarjetas en las paredes. Seguramente hasta curso de caligrafía tipo Timoteo tomaron.

Las Fotos: Como anteriormente era requisito entregar un par de fotos 4x3 fondo azul, para iniciar el año lectivo (que tacañería de colegios los que nos tocaron!) cada Septiembre se renovaba la foto del novio/a en la billetera. Esto también ayudaba a mantenerla popocha.

Y finalmente,
EL Cuadro: Y lo pongo en singular porque yo no sé si este regalo era normal entre adolescentes (no les bastaba con empapelar la habitación con afiches y tarjetas de Timoteo?), pero a mí me marcó la vida. Por muchos años mi hermana mayor me odió –literalmente- por no cederle un “hermoso” cuadro de Giordano (que hoy aun no entiendo por qué compré) que decía “De la mitad de mí, para mi otra mitad, TU” y que quería regalárselo al chico que había bailado el vals de sus 15 con ella.


Si!, toda esa modalidad suena cursi y patética hoy, pero fue lo que yo crecí viendo y es tal vez por eso, hoy que -por fin- ya soy parte de"los grandes" estoy lista para utlizar esta "artilleria". Sera que funciona si la aplico con un chico de esa generacion? 


Comentarios

  1. Y el cuadris? Cómo se lo has pedido? ;-)

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Increíble cómo han cambiado los tiempos. Ahora los chiquillos usan las redes sociales para conquistar y para hacer bullying. Saludos!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares